La vida sigue y a veces ya ni me acuerdo que Juan está enfermo, pero, en otras ocasiones, me sigo llenando de compasión cuando lo veo acostado en su cama o batallando para pasarse a su silla de ruedas. Sin embargo, damos Gracias a Dios porque cambió de terapeuta y eso ha sido un gran acierto, el nuevo le ha ayudado muchísimo, es un jóven muy comprometido con su trabajo, inteligente y creativo, le ha puesto nuevos ejercicios y ha tenido muy buenos resultados.
Hay dos acontecimientos importantes que no he registrado en este blog y quiero hacerlo ahora, uno, en Septiembre del 2011, cuando fuí a la gruta de Naica a ver los cristales, viaje que le agradezco a mi amiga Rosy, que un día antes, a las 10 de la noche me invitó y sin poder pensarlo mucho me animó a ir a ver esa maravilla de la naturaleza que disfruté enormemente. De regreso se nos hizo tarde, yo estaba preocupadísima por Juan, le llamé por teléfono varias veces, el me contestaba que estaba bien, pero, cuando llegué lo encontré ya acostado en su cama, él solito se había pasado de la silla de ruedas a la cama, me llené de alegría, como una mamá que descubre que su niño ya puede hacer las cosas por sí mismo ¡rompimos la codependencia!!! los dos nos dimos cuenta que ¡sí puede solo!!!!!
El otro es que decidí tomarme vacaciones y me fuí con mis primas Paloma y Tere a Cancún en Octubre del 2011, ese regalo se lo debo a mi amiga Martha Uranga que falleció hace dos meses, ella también cuidaba a su esposo paralítico, me había confesado que estaba muy cansada, yo le aconsejé que tomara unas vacaciones, sin embargo, ella con un alto sentido del deber, no se atrevió a dejar a su esposo, se enfermó y en un mes murió de una gripa mal atendida de mucho tiempo, se le colapsaron los pulmones. Sé que cada uno tiene su propio tiempo y que los designios de Dios son inapelables, pero, no puedo dejar de pensar que murió por no tomarse en cuenta a sí misma. Eso me hizo reflexionar mucho en la codependencia que se crea con un enfermo, en cómo uno puede pensar que es indispensable y situarse un lugar muy arriba, en un pedestal, del cuál, después no puedes bajar, en cómo el atender a un enfermo puede convertirse el único sentido de tu vida, en una defensa para no vivir la propia existencia, sé que en ocasiones eso me ha pasado a mi cuando me lleno de orgullo poco saludable y me siento superpoderosa, o me felicito por cumplir con mi deber a pesar de mi misma. Me imagino que también a Juan le afectó la muerte de Martha, porque un día que me vió muy cansada me dijo: Vete de vacaciones con tus amigas.....
Sé que fue algo difícil para él decidir quedarse solo, la separación fue un gran esfuerzo para ambos, sin embargo, cuando regresé me encontré con la agradable sorpresa de que ya tenía un andador y podía dar pasos por la casa. El otro día no pude evitar llenarme de alegría y felicidad, cuando llegué de la calle y lo encontré esperándome en la puerta parado con su andador. ¡Qué ternura!!!
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